Normalizando la Mediocridad

Dra. Lyliana Rivera

28/08/2025

Se escucha constantemente en el área de educación especial el estribillo “se normaliza la mediocridad” y eso es muy preocupante. Normalizar la mediocridad significa aceptar estándares bajos como si fueran suficientes o adecuados, sin cuestionar la calidad, la innovación ni la mejora continua. Cuando esta actitud se instala en una institución, individuo o comunidad, se genera una cultura de conformismo en la que “cumplir con lo mínimo” se vuelve la regla, es aceptado y no hay consecuencias.

El impacto en los procesos educativos se observa desde el desempeño estudiantil hasta la ejecución comunitaria. Los alumnos dejan de ser retados, limitando su desarrollo crítico y creativo. No se busca ese “extra” para ver una nueva reacción en el niño, joven o adulto. La exposición ante nuevas aventuras, retos y actividades es tan limitada que el niño no desarrolla conocimientos, actitudes y formatos de aprendizaje. En vez de promover una salud y desarrollo efectivo para el cerebro, se crean espacios donde no hay un análisis, donde no se promueve el pensamiento crítico y se espera que de esa forma logren independencia, mejoras en el ámbito personal y académico lo que es realmente imposible. El impacto de “normalizar la mediocridad” también puede determinar como el profesional se puede ver afectado, es posible caer en la rutina sin actualizarse ni buscar innovación en los métodos y formatos educativos.

Se menciona la equidad y la inclusión continuamente, y se sigue mencionado ya que no se ve realmente en muchos espacios, identificando la necesidad, la importancia de ofrecer programas adaptados, crear nuevas experiencias y exigir espacios inclusivos tiene que llevar consigo procesos de calidad y de respeto, conociendo las características de la comunidad para un proceso exitoso, que fomente y refuerce las habilidades. Trabajar desde la mediocridad, desde el conformismo y del “esto es lo que hay y no podemos hacer más” no se debe normalizar. Cuando se habla de “conformarnos con la mediocridad”, con lo poco o con lo mínimo también se afectan los procesos organizacionales ya que se reducen los estándares de calidad provocando errores recurrentes y pérdida de competitividad donde se refuerza una cultura y ambiente mediocre, en la que no se hace más que pasar el día a día y no se aspira a la excelencia.

El conformismo lleva un mensaje erróneo al cerebro, de que hacer menos es funcional y beneficioso. Cambiar estructuras, formatos y pensamientos es sumamente complicado, no porque todo el mundo lo haga quiere decir que es lo correcto,  así que ese va a ser un pensamiento que se debe tener en la mochila de ideas para poder crear espacios que sean totalmente de beneficio para los estudiantes,  creando realmente líderes que promuevan la calidad y que los errores sean trabajados de la mejor forma llevando el pensamiento crítico y el análisis de una manera efectiva y de desarrollo óptimo, aspirando a la excelencia.  

            De igual forma se observa el impacto en el área social y comunitaria, aceptando mediocridad en los servicios médicos, educación, salud o justicia provocando la pérdida de confianza en los procesos, por lo que muchas comunidades dejan de exigir calidad a las instituciones y gobiernos.  Se debe pensar más allá sobre esta “excelencia” disfrazada, porque esto puede también frenar el desarrollo social, la mediocridad normaliza e impide el progreso colectivo, priorizando lo fácil sobre lo transformador y excelente, afectando la mejoría de un sistema. No se puede quedar estancado, sin motivación por mejorar, sin trasformar los procesos, ya que se pueden quedar o volverse obsoletos y crean desmotivación en las personas que buscan excelencia. Promoviendo la frustración en los proyectos, instituciones, trabajos pueden crear costumbres mediocres impidiendo resultados beneficiosos y de aportes efectivos en el desarrollo social, perdiendo credibilidad frente a la comunidad, compañeros y sociedad. Normalizar la mediocridad erosiona la calidad de los procesos porque sustituye la excelencia por la conformidad. La clave está en fomentar una cultura de mejora continua, innovación y rendición de cuentas, donde cada acción esté guiada por estándares claros y metas elevadas.

Conformarse con poco en el contexto de los jóvenes con diversidad funcional puede tener efectos negativos muy profundos sobre sus procesos educativos, sociales y de independencia. De esta forma se pueden promover expectativas bajas conformándose con lo mínimo, es importante exponer a diferentes actividades, retar académicamente y respetar esas oportunidades para que se puedan desarrollar fomentando su máximo potencial.  Dejar de ofrecer contenidos superficiales sin adaptaciones significativas que los motiven a aprender y a entender también cuáles son sus habilidades y dificultades y cómo pueden trabajar en espacios saludables, seguros y llenos de armonía, provocando interés y que su autoestima esté sumamente elevada para atreverse a enfrentar los diferentes retos que se les presenten.

En el desarrollo personal y social no es viable aceptar la mediocridad ya que fomenta una dependencia perpetuada al no exigir más allá de lo básico, los jóvenes no adquieren destrezas funcionales que les permitan mayor independencia. Conformarse con poco significa, en ocasiones, no dar prioridad a la socialización o a la enseñanza de competencias para la vida en comunidad. El mensaje implícito es “no puedes”, lo que lleva a que muchos internalicen la idea de incapacidad y ese no es el mensaje que se quiere llevar. Al no trabajar las destrezas de forma intencionada, se reducen las posibilidades de acceso a empleo digno. Conformarse con poco alimenta un círculo de exclusión, porque no se forman jóvenes preparados para participar activamente en la sociedad. Si no se exige una educación y preparación de calidad, se limita el derecho a la autonomía y a una vida plena. La falta de preparación del joven genera dependencia permanente en la familia. La sociedad empieza a ver como “normal” que las personas con diversidad funcional no logren metas altas, lo que alimenta el prejuicio y la gran mayoría de ocasiones se pierde talento y diversidad que podrían enriquecer la vida cultural, laboral y social de la comunidad. Conformarse con poco es una forma de invisibilizar las capacidades y derechos de los jóvenes con diversidad funcional. En lugar de limitarse a lo mínimo, los procesos deben estar dirigidos elevar las expectativas, diseñar propuestas curriculares y programas funcionales, promoviendo la independencia y la verdadera inclusión.

Referencias

Herrán, A. (2025). La inmadurez y mediocridad de nuestra sociedad como contexto educativo  invisible. Revista REDIPE, 14(1), 23–40.          

Nieves, J. M. (2023). La normalización de la mediocridad. La República.

Pellicer, A. (2025). “El primer desafío es no conformarse con la mediocridad”. USIL Blogs.

Rovira, A. (2025). La mediocridad es un virus que se contagia fácilmente en equipos.

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